Joder, que día
No puedo creer estar ya acostado, pensé que no llegaría...
El día había empezado correcto. Se presentaba razonablemente tranquilo, para ser el último: jornada corta en la oficina, tarde con tiempo de sobra para rematar las cuatro cositas que faltaban. Ya...
Recién terminado el desayuno, la noticia del día. El DNI de la pequeña está caducado. La jodimos. Todas las alternativas tenían algo que las hacía inviables: pasaporte de urgencia en el aeropuerto, que si hacía falta partida de nacimiento e ir ambos padres; DNI en comisaría cercana, que por la tarde dejaban un hueco para gente sin cita, pero el día anterior unos cuantos se habían vuelto con las manos vacías... Y nosotros con un margen menor de 24 horas. La crisis familiar que se ha montado, ni en Puerto Hurraco (para los devotos de Informe Semanal).
Finalmente, a Santa Engracia a pecho descubierto niña en ristre, que si etiquetas de Anis del mono y hora y cuarenta minutos de lista de espera, pero con confianza, y la nena haciendo monerías al personal (lo dicho), y nos hemos ido con los deberes hechos (la verdad es que han sido muy majos, nos han tratado muy bien).
Y a recuperar el retraso sobre el horario previsto, o esta noche no dormíamos. No ha sido fácil; más bien al contrario. De hecho, ya por la tarde, cuando creía que entrando por la puerta de casa quedaba inaugurado este verano, la tormenta que uno sabía se venía preparando desde las azores eclosiona, y 4 horas sin levantar la vista, ni el ánimo. Hasta que das a enviar y tragas saliva. “Volverá”, te dices. Pero eso será mañana.
De momento, efectivamente, luego hemos podido andar lo pendiente para que ahora, casi a las 2 del día siguiente, pueda echar el cierre y contároslo. Pero breve, que mañana tenemos estreno.
Buenas noches.
El día había empezado correcto. Se presentaba razonablemente tranquilo, para ser el último: jornada corta en la oficina, tarde con tiempo de sobra para rematar las cuatro cositas que faltaban. Ya...
Recién terminado el desayuno, la noticia del día. El DNI de la pequeña está caducado. La jodimos. Todas las alternativas tenían algo que las hacía inviables: pasaporte de urgencia en el aeropuerto, que si hacía falta partida de nacimiento e ir ambos padres; DNI en comisaría cercana, que por la tarde dejaban un hueco para gente sin cita, pero el día anterior unos cuantos se habían vuelto con las manos vacías... Y nosotros con un margen menor de 24 horas. La crisis familiar que se ha montado, ni en Puerto Hurraco (para los devotos de Informe Semanal).
Finalmente, a Santa Engracia a pecho descubierto niña en ristre, que si etiquetas de Anis del mono y hora y cuarenta minutos de lista de espera, pero con confianza, y la nena haciendo monerías al personal (lo dicho), y nos hemos ido con los deberes hechos (la verdad es que han sido muy majos, nos han tratado muy bien).
Y a recuperar el retraso sobre el horario previsto, o esta noche no dormíamos. No ha sido fácil; más bien al contrario. De hecho, ya por la tarde, cuando creía que entrando por la puerta de casa quedaba inaugurado este verano, la tormenta que uno sabía se venía preparando desde las azores eclosiona, y 4 horas sin levantar la vista, ni el ánimo. Hasta que das a enviar y tragas saliva. “Volverá”, te dices. Pero eso será mañana.
De momento, efectivamente, luego hemos podido andar lo pendiente para que ahora, casi a las 2 del día siguiente, pueda echar el cierre y contároslo. Pero breve, que mañana tenemos estreno.
Buenas noches.
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